BLACK SABBATH - Tyr

Amo a Black Sabbath. No puedo vivir sin escuchar al menos una vez por semana algún antiguo “ozzy made”. No puedo vivir sin tributar al menos 52 veces al año a los grandes abuelos de la oscuridad, del doom y el stoner metal. No puedo.

Por eso mi desilusión se agranda y me duele el corazón ¿Saben porqué? Porque tengo que analizar el disco “Tyr”. Y se me parte el alma. Y se me revuelve el estómago. En fin, a trabajar…

Tony Martin en voz, Cozy Powell en batería, Neil Murray en bajo, y, como no podía ser de otra manera… el viejo Tony Iommi en guitarra. ¿Qué clase de Black Sabbath es éste? ¿Un refrigerante? ¿Tir de Bardahl? No, es algo así como los hermanos Marx, con Groucho, Jim Carrey, Steve Martin y Chevy Chase, y me da fiebre glandular. Decenas de riffs reciclados (un par idénticos) de los que ya hemos escuchado hasta el hartazgo en los grandes clásicos de la banda. Montones de clisés de producción nauseabundos. La super ¿estrella? vocalista más inflada del mundo haciendo galas de su nada de nada, imitando a Dio y cantando al mejor estilo del bulto macho rock, en un álbum “noventizado” por capas y capas de guitarras, teclados vulgares y baterías reverbereadas hasta la náusea. De todo este papelón, el único tema que se salva es “The law maker”, pero el resto es lisa y llanamente una pérdida de tiempo. Mucho más que haber escrito este comentario.

Ah, pero qué gran decisión habrías tomado, querido Tony, si hubieses dejado todo en aquel gran moco tuyo llamado “Seventh star”, y no haber producido nada más hasta “Reunion”. Haber dejado los ’90 en blanco, digo. Pero no, tuviste que reinventar Sabbath una y otra vez. Discos horribles como “Headless cross” y este espantoso “Tyr”, y algunas otras mediocridades, un poquitito más dignas, como “Cross purposes” o “Forbidden”, te mantuvieron ocupado, sobre todo, para no caer en la cómoda (e inevitable) tentación del retiro. Por no todo es culpa tuya. Leí por ahí que el sello discográfico te presionaba todo el tiempo con que estas deficiencias salieran bajo el nombre “Black Sabbath”, siendo que vos muchas veces no lo quisiste así. Quiero pensar… (No, mejor no quiero pensar.)

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Mi conclusión es: Habiendo tanta biblia sabática del periodo 1970-1980, aléjense de “Tyr“. Y si lo tienen, “tyrenlo” a la basura. Eso sí, recuperen la cajita. Puede servir para reemplazar la que tengan ya muy gastada de algún CD en serio, caso “Sabotage”.

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Simple hair metal, sí, pero de la academia de peluquería más rasposa de Ezpeleta, donde cada corte cuesta $ 5.- Por eso, más vale pasarse la maquinita uno mismo que "tyritar" de espanto con "Feels good to me".

OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Seventh star" (1986) ó Forbidden (1995).
ANTIDOTO: "Paranoid" (1970).