MADONNA - American life

Sin dudas… ¡el peor disco de la historia de la música!

A lo largo de mi vida he escuchado cientos de discos mediocres, otros tantos pésimos, pero éste se lleva el gran lauro, el premio Strawberry a la más grande porquería grabada. Jamás había oído tamaña cantidad de temas inútiles, fútiles e imbéciles, como en esta aberración de 2003, llamada “American life”, por la hipervalorada en demasía Madonna.

Jamás había “apreciado” semejante despilfarro de dinero en pos de una producción tan horrenda, carente total de dirección, y desesperada de éxito rápido como este disco abominable. Madonna nos presenta aquí un álbum pletórico de lugares comunes, en el que ella expresa patéticamente lo mal que se siente al ser integrante del plástico y falso mundo del show-business, en una obra que ni siquiera sirve para alcanzar el galardón de música de entretenimiento fácil, y menos sentar las bases de un mensaje que pueda utilizarse para algo más que vender una gaseosa. Un disco que ni siquiera el productor más joven e inexperto, desesperado de gloria o muerto de hambre, se plantearía jamás realizar.

Cuán pésima actriz narcisista se ve (lo que todos ya sabemos) y cuán alejada está de la realidad, son aspectos que están notoriamente reflejados en frases como "Do I have to change my name? Will it get me far? Should I lose some weight? Am I gonna be a star?" (¿Debo cambiarme el nombre? ¿Me llevará lejos esto? ¿Debería perder algo de peso? ¿Seré una estrella?). No puedo imaginar a personas de más de 13 años compartir estas preocupaciones o esos puntos de vista. No en la actualidad.

Pero eso no es todo. El colmo llega con otra de sus memorables sentencias: “Tengo un abogado y un representante, un agente y un chef, tres mucamas, un asistente, un chofer y un jet, un entrenador y un mayordomo, un guardaespaldas o cinco, un jardinero y un estilista”, para luego agregar la más horrible y retardada de las conclusiones posibles: "¿Crees que estoy satisfecha?". No, sin dudas debe sentirse muy insatisfecha una persona que tiene cientos de millones de dólares y cuya mano tiene un poder ilimitado para decidir la felicidad o infelicidad de otro tanto. Por eso creo que “I’m so stupid” -track 3 de este CD-, podría darme el titular necesario para esta crónica. Aunque pensándolo mejor, podría haber sido el título del disco.

Otros temas definitivamente olvidables son “Hollywood” y “Nobody knows me”, sin olvidar la peor banda de sonido de la peor película de James Bond: “Die another day”.

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Mr. George W. Bush:

¿Quiso usted ejercer su vocación dictatorial, megalómana y sádica, sin tener que recurrir a la opresión de iraquíes y demás pueblos inocentes? Yo tenía la solución a sus problemas. Algo que no lo iba a dejar frustrado, que no lo iba a llevar al siquiatra por un tiempito, y que le iba a devolver algo del enorme cariño americano perdido por tanta maldad acumulada.

¿Por qué razón no prohibió Ud. la difusión de este disco? La historia y las generaciones venideras se lo habrían agradecido.

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Nadie con más de 70 de coeficiente intelectual puede disfrutar de este desfile de intrascendencias. "I'm so stupid" intenta redimirse a través de supuestas ironías que no llegan a convencer ni a una Mónica de Álzaga. Ideal para lectoras de Caras o Cosmopolitan, en periodo de estreñimiento.

OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "You can dance" (1987) ó "Hard candy" (2008).
ANTIDOTO: "Ray of light" (1998).