Como ya lo había prometido con antelación, el final de la tercera temporada es una realidad. Espero haber cumplido con todos, tanto en la calidad de los textos, como en las generosas dosis de ironía, sarcasmo y acidez que cada uno de ustedes esperó hallar en Los Peores Discos. Porque de eso se trató mi misión: de hacer humor a partir del rock y el pop, riéndonos de nuestra idolatría e inquietando, aunque sea un poco, a los “grandes” divos establecidos de la música popular de nuestro tiempo.
Sé que hay una clase de gente que se ha divertido mucho con estas crónicas, pero también soy consciente de otra que las ha padecido (y ha pedido mi cabeza en bandeja de cartón). A ambas especies humanas está dedicada esta obra que vengo desarrollando desde hace casi tres años. A ambas les estoy agradecido. A ambas le debo la razón de la existencia de esto que di en llamar, un poco magnánimamente, “la cruzada contra el mal”.
Muchos se preguntarán si existen razones valederas para finalizar esta temporada “tan pronto”. Las hay, y tienen que ver con un estado de ánimo personal y, asimismo, con un firme designio de no caer en una virtual repetición de intenciones, ya que todos saben que siempre me he esforzado en brindar la mayor variedad en eso de “el disco es una mierda y si lo comprás sos un idiota”.
No es ningún pecado poseer (e incluso glorificar) uno o dos álbumes de los aquí reunidos, pues, como se dice por allí: “al mejor cazador se le escapa la liebre”. No obstante, considero que atesorar más de cinco discos de los expuestos sería propio de un cultor honoris-causa del mal gusto. Siguiendo en esa tesitura, creo que tener más de diez, bien podría ser digno de un tratante de blancas, un peligroso psicópata o un traficante de armas. Pero a quien tenga el deshonor de coleccionarlos todos, le pediría que se interne de inmediato en un asilo, por el bien de la Humanidad; o mejor aún, le aconsejaría a sus allegados que no se agachen en su presencia.
Sepan que hay muchas basuras más en mi lista negra, esperando el momento de ver la luz de la justicia. Sólo es cuestión de ir compilando ideas nuevas y originales, para desarrollarlas de la manera más satisfactoria. Aunque eso será el recién próximo año.
Por lo tanto, tomen esto como un compás de espera y no como una despedida, pues seguiré contestándoles a cada uno de ustedes, en la medida de lo factible.
Para terminar, les pido que vean este post final como un balance y me escriban algunas líneas acerca de lo que les pareció este ciclo de Los Peores Discos.
n
Les deseo un excelente año a todos, a los que me quieren y… bueno… a esos otros. ¡Hasta la próxima temporada!
Sé que hay una clase de gente que se ha divertido mucho con estas crónicas, pero también soy consciente de otra que las ha padecido (y ha pedido mi cabeza en bandeja de cartón). A ambas especies humanas está dedicada esta obra que vengo desarrollando desde hace casi tres años. A ambas les estoy agradecido. A ambas le debo la razón de la existencia de esto que di en llamar, un poco magnánimamente, “la cruzada contra el mal”.
Muchos se preguntarán si existen razones valederas para finalizar esta temporada “tan pronto”. Las hay, y tienen que ver con un estado de ánimo personal y, asimismo, con un firme designio de no caer en una virtual repetición de intenciones, ya que todos saben que siempre me he esforzado en brindar la mayor variedad en eso de “el disco es una mierda y si lo comprás sos un idiota”.
No es ningún pecado poseer (e incluso glorificar) uno o dos álbumes de los aquí reunidos, pues, como se dice por allí: “al mejor cazador se le escapa la liebre”. No obstante, considero que atesorar más de cinco discos de los expuestos sería propio de un cultor honoris-causa del mal gusto. Siguiendo en esa tesitura, creo que tener más de diez, bien podría ser digno de un tratante de blancas, un peligroso psicópata o un traficante de armas. Pero a quien tenga el deshonor de coleccionarlos todos, le pediría que se interne de inmediato en un asilo, por el bien de la Humanidad; o mejor aún, le aconsejaría a sus allegados que no se agachen en su presencia.
Sepan que hay muchas basuras más en mi lista negra, esperando el momento de ver la luz de la justicia. Sólo es cuestión de ir compilando ideas nuevas y originales, para desarrollarlas de la manera más satisfactoria. Aunque eso será el recién próximo año.
Por lo tanto, tomen esto como un compás de espera y no como una despedida, pues seguiré contestándoles a cada uno de ustedes, en la medida de lo factible.
Para terminar, les pido que vean este post final como un balance y me escriban algunas líneas acerca de lo que les pareció este ciclo de Los Peores Discos.
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Les deseo un excelente año a todos, a los que me quieren y… bueno… a esos otros. ¡Hasta la próxima temporada!