
Pasaste horas nefastas desvelándote varias veces, pero tu pesadilla curiosamente no se esfumaba. Se reiniciaba una y otra vez, siempre con mayor intensidad. Igual que yo el año pasado, cuando soñé con los Misfits, vos estabas también en medio de una resaca post-festichola, esta vez con el bocón Steven Tyler, Joe Perry, Brad Whitford, Tom Hamilton, Joey Kramer, dos “roadies”, varias "groupies" y gran elenco, discutiendo en estado de total 'zombiedad' los planes a seguir, en medio de una gira catastrófica. Nadie podía razonar. Había demasiado rencor y descontrol por doquier y rastros de la peor desidia rockera se amontonaban sobre la maltratada alfombra de la lujosa suite del mejor hotel de Minneapolis.
De repente, Joe Perry soltó: “Vete al diablo, Stevie. Estoy harto de esta basura. Me largo de aquí”. Brad, con un calzoncillo en la cabeza –el de Kramer–, quitándose de encima el cuerpo aturdido de una mucama muy detonada, agregó: “Oye, Joe. Aguarda. Voy contigo. Yo también estoy fuera”.
Desazón generalizada. Unas horas más tarde (para vos, segundos), entraban el manager y un par de holgazanes que no eran de la familia, identificados como Jimmy Crespo y Rick Dufay. Al rato, Tyler, Hamilton, Kramer, los dos nuevos, y un par de mujerzuelas hacían lo propio, dejando todo el desastre librado a la buena voluntad del room-service del hotel. Un supuesto ánimo renovador se percibía en ellos. ¡Es que iban a grabar un nuevo álbum! ¡Wow! ¡Hic! ¡Berp! ¡Yeah!
Desazón generalizada. Unas horas más tarde (para vos, segundos), entraban el manager y un par de holgazanes que no eran de la familia, identificados como Jimmy Crespo y Rick Dufay. Al rato, Tyler, Hamilton, Kramer, los dos nuevos, y un par de mujerzuelas hacían lo propio, dejando todo el desastre librado a la buena voluntad del room-service del hotel. Un supuesto ánimo renovador se percibía en ellos. ¡Es que iban a grabar un nuevo álbum! ¡Wow! ¡Hic! ¡Berp! ¡Yeah!
Ya nadie quedaba en la habitación. Sólo vos allí, olvidado y despechado. Pero eso no era todo. Es que vos eras el mismísimo room-service. ¡Sí, VOS! ¿Quién, si no?
El sonido mañanero taladrante de una aspiradora proveniente de tu vecino departamento se filtró en tu sueño, y en él seguías vos, manguera de Ultracomb en mano, limpiando toda la suite de esa recua de forajidos… ¡hasta el último condón!
Por fin te despertaste, perplejo, y trataste de entender qué había pasado por tu cerebro en esa fatídica noche. Y te diste cuenta del real sentido de tu sueño. Toda esa mugre, esa decadencia, esa promiscuidad vivida en el hotel, no eran otra cosa que los ingredientes adecuados para la germinación del peor álbum de toda la alocada carrera de Aerosmith. Recién ahí respiraste aliviado. La pesadilla no había sido en vano. No encontraste el sentido mismo de la vida, pero aquello era algo. Y así es, “Rock in a hard place” (1982) es un álbum sin alma ni corazón, creado en base a vómitos, excesos, ira, confusión, hartazgo, vulgaridad y una escasez total de imaginación y buen gusto. Una obra repleta de esa sustancia viscosa que se forma en la ingle de un chofer de la línea 165 –luego de dos horas de tránsito pesado y a una temperatura de 49º– que no llegó a limpiarse bien los esfínteres antes de iniciar el recorrido.
Por fin te despertaste, perplejo, y trataste de entender qué había pasado por tu cerebro en esa fatídica noche. Y te diste cuenta del real sentido de tu sueño. Toda esa mugre, esa decadencia, esa promiscuidad vivida en el hotel, no eran otra cosa que los ingredientes adecuados para la germinación del peor álbum de toda la alocada carrera de Aerosmith. Recién ahí respiraste aliviado. La pesadilla no había sido en vano. No encontraste el sentido mismo de la vida, pero aquello era algo. Y así es, “Rock in a hard place” (1982) es un álbum sin alma ni corazón, creado en base a vómitos, excesos, ira, confusión, hartazgo, vulgaridad y una escasez total de imaginación y buen gusto. Una obra repleta de esa sustancia viscosa que se forma en la ingle de un chofer de la línea 165 –luego de dos horas de tránsito pesado y a una temperatura de 49º– que no llegó a limpiarse bien los esfínteres antes de iniciar el recorrido.
La producción y la interpretación en este disco son abominables. Exceptuando el buen número redentor “Lightning strikes”, el resto es una calamidad, enfatizándose la versión escatológica del clásico “Cry me a river”, los irritantes “Joanie’s butterfly” y “Jig is up”, el olvidable ‘rapito’ “Bolivian raggamuffin”, los aburridos “Jailbait” y “Bitch’s brew”, la decepcionante “Push comes to shove” y la impersonal “Rock in a hard place”, donde se puede escuchar el alma de Rick Dufay gemir: “¡Dios! ¿Qué hago yo acá en medio de este bardo?”
Lennon y McCartney, Morrisey y Marr, El Indio y Skay, Jagger y Richards, Sykes y Coverdale, Gardel y Le Pera, son todas duplas compositivas que demostraron poder funcionar por separado, mas no así la fórmula Tyler sin Perry. Perry es una pieza fundamental en Aerosmith, y una pluma lúcida que ayudó a escribir la página más memorable de la banda, a saber: “Toys in the attic”. ¿Y que podía hacer un sujeto como Crespo en su reemplazo? NADA. .
Luego de este desacierto, la banda pasó directamente a la indiferencia del público, situación que se revertiría milagrosamente gracias a la fusión con los raperos Run DMC. Pasado este hito comercial efímero, la formación clásica editaría otra ‘cacona’ decepcionante llamada “Done with mirrors”. El fantasma del desencanto artístico recién abandonaría a sus poseídos tras la publicación de “Permanent vacation”, que fue el verdadero resucitar del grupo. De ahí en más, la gloria, los estadios, los millones y el mundo a sus pies. Pero no la versión descontrolada del Aerosmith de los comienzos, sino una más corporativa y destilada. Hasta las groupies habían cambiado. Ya no eran esas zorras todo terreno con aliento a licor de la “era Boston”, sino unas modelos bien producidas, depiladas y bilingües (véase Liv Tyler, de profesión actriz e hija).
Resumen: Si odiás este disco, vos sos una persona con amplio sentido común. Pero si lo amás, haré lo imposible para conseguirte un puesto de mucama en el peor hotel de Plaza Constitución.
gJoe Perry fue al set de filmación de "Lightning strikes" para ver en qué andaban sus ex-compañeros de banda. Pero al notar que en el lugar había demasiado olor a sebo, sudor rancio y baño químico, el guitarrista se fue corriendo. Dicen que lo primero que hizo como solista, fue comprarse un container de desodorantes de ambiente y componer una balada que no llegó ni al puesto #459 de los charts.
OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Done with mirrors" (1985) ó "Just push play" (2001). ANTIDOTO: "Toys in the attic" (1975).