
Recién peleadito con un empleado de Telefónica, hirviendo y bien a punto caramelo. Sí, esas son las ocasiones propicias para iniciar otro fogón purificador discográfico, de esos que hacen justicia cuando los artistas nos defraudan, y que hacen que mis queridos lectores ahorren dinero (en caso de compra) y tiempo (en caso de download).
Estos son los momentos sublimes y extáticos en los que ciertos “discuelos” no deberían caer en mis manos. Ustedes pensarán que ellos (los discos) no tienen la culpa de mis infortunios vividos con las empresas prestadoras de servicios, pero no, ya que, aún por sí solos, poseen el suficiente mérito como para que se los desprestigie incluso después del mejor polvo de la mejor noche de la vida de uno.
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Y es ahí cuando llega “Phobia”, el último disco en estudio del otrora gran grupo británico The Kinks. La gloriosa banda mod que brilló en los sesentas, mostró dignidad en los setentas, se desplomó en los ochentas y dio absoluta lástima en los noventas (antologías, “vivos” y compilados aparte). ¿Alguien sabe algo de ellos en los 2000?
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En este extensísimo álbum de 1993, la mediocridad y la opacidad creativa son por demás elocuentes. Pregunto… ¿HABIA NECESIDAD DE EDITAR ESTA TORTURA DE 74 MINUTOS DE ABSOLUTA BAZOFIA, EN LA QUE MAS DEL 80% DE LAS CANCIONES NO SIRVEN NI PARA COMBATIRLE AL SR. MONTANER EL MONOPOLIO DE LA MUSICA DE FONDO PARA SUPERMERCADOS?
En serio, gente… Esto es enormemente malo. Sin dudas, certifico que “Phobia” es el peor disco de la historia de los Kinks y serio candidato al top-10 de los peores discos jamás lanzados por compañía alguna en más de 50 años de historia de rock. Muy pocas cosas se le acercan en patetismo. Para empezar, ¿se pueden imaginar a Ray Davies sonando en un estilo de hard-macho rock? Es como si, de golpe, Alejandro Lerner quisiera hacer un disco de emo-core? No, ¿no? ¿Verdad que no?
La producción es impersonal, en el más puro estilo de glam metal de baja peluquería, onda Def Leppard, lleno de rocks mantecosos concebidos por el dueño de una fábrica de botiquines, y los músicos intervinientes sonando insípidos y sin vida, como una banda de sesionistas autómatas, de una vulgaridad pocas veces escuchada. ¡Si hasta el Cakewalk pela más sentimiento que estos tipos!
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¿Qué se salva de este papelón? Sólo unas pocas ideas de canciones que tampoco pudieron quedar al margen de la horrenda producción, a saber: el muy bailable “Still searching” y el cándido “Only a dream”. Podría incluso agregar “Close to the wire”, compuesto por Dave Davies. ¡NADA MÁS!
El resto de este trabajo es puro rock-pop previsible y ramplón, con letras resentidas y petulantes, que deberían tener un solo destino prefijado: el CEAMSE. Ni hablar de robos a mano armada, como esa “variación” del famoso “Peter Gunn”, llamada “Somebody stole my car”. ¿Sabían? Algo para vomitar son los tres minutos finales a lo “Hey Jude” de “Surviving” y las atroces “Phobia” y “Babies”.
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¡Dios mío, tu sí que eres generoso! Y nada rencoroso... Si no, te habrías llevado a los hermanos Davies de este mundo hace rato. Y es que esto no se puede tolerar. No de esta banda que más de una vez le pateó el trasero a los mismísimos Stones, Small Faces y Who, allá por los dorados años hippies.
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Por favor, sigan mi consejo y aléjense de este disco. Y si lo ven por ahí, llévenlo a la plaza principal de su ciudad y quémenlo. ¡Y que se vean bien las llamas! Piensen que por algo se llama “Phobia” este espanto de producto miserable.
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Diagnóstico: Si tenés este disco y te gusta, vos sos un fronterizo, y no precisamente de los que hacen folclore. ¡Y seguro que sos amigo del maldito empleado de Telefónica de hoy a la mañana!
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Cuando un clip se centra demasiado en la figura de una mina (por más linda que sea), todo lo demás naufraga en un mar espeso de obviedades y lugares comunes (como París). Por suerte, y parafraseando el título del tema, todo esto es "sólo un sueño".
OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Think visual" (1986) ó "UK jive" (1989).
ANTIDOTO: "The Kinks are the Village Green Preservation Society" (1968).