
No quería concluir esta temporada de Los Peores Discos sin antes acercarles uno de los más grandes abusos (si no el mayor) que concibió el más manoseado género del entretenimiento para masas: el teen-pop.
Estoy completamente seguro de que la Convención de Ginebra debe haber desaprobado la utilización de esta obra en prisioneros de guerra.
Este conjunto de sinvergüenzas se formó en 1993, gracias al “visionario” magnate Lou Pearlman, que desde su Florida natal concibió esta chirigota. Él quería formar un grupo de cinco chicos jóvenes que supieran cantar y bailar, y para ello puso anuncios en periódicos locales, siendo seleccionados A. J. McLean y Howie Dorough; éstos ya se conocían por haber acudido a las mismas audiciones en busca de trabajo. El tercer componente fue un niño de 13 años, cantante y actor infantil, llamado Nick Carter, quien tuvo que decidirse entre el grupo y una muy tentadora oferta del famoso programa Mickey Mouse Club, cantera de más artistoides tipo Justin Timberlake, Christina Aguilera o Britney Spears. El cuarto miembro resultó ser Kevin Scott Richardson, quien trabajaba en el parque de atracciones Disney World, ¡disfrazado de Aladin! El último autómata en ingresar fue Brian Littrell -primo de Carter-, que se destacó desde pequeño en el coro de su iglesia. ¡Vaya seleccionado del más puro aguante!
Pocas cosas existen que estén más alejadas del rock y el pop, e incluso del estilo ‘boy band’ (cuyos auténticos iniciadores fueron los New Kids On The Block y no estos patanes), y que ponen tan cachondos a los físico-culturistas, estilistas, diseñadores de interiores y princesitas púberes de hogares de clase media, sin olvidarnos de las damas que compiten en las ligas mayores del juego de canasta. De todas, ésta se lleva todos los lauros.
Veamos ahora el top-10 del perfecto ejemplar a quien puede interesarle este descalabro:
#10: El atrofiado genital que llora de emoción cada vez que se estrena una nueva versión de la saga de “Rápido y furioso”.
Estoy completamente seguro de que la Convención de Ginebra debe haber desaprobado la utilización de esta obra en prisioneros de guerra.
Este conjunto de sinvergüenzas se formó en 1993, gracias al “visionario” magnate Lou Pearlman, que desde su Florida natal concibió esta chirigota. Él quería formar un grupo de cinco chicos jóvenes que supieran cantar y bailar, y para ello puso anuncios en periódicos locales, siendo seleccionados A. J. McLean y Howie Dorough; éstos ya se conocían por haber acudido a las mismas audiciones en busca de trabajo. El tercer componente fue un niño de 13 años, cantante y actor infantil, llamado Nick Carter, quien tuvo que decidirse entre el grupo y una muy tentadora oferta del famoso programa Mickey Mouse Club, cantera de más artistoides tipo Justin Timberlake, Christina Aguilera o Britney Spears. El cuarto miembro resultó ser Kevin Scott Richardson, quien trabajaba en el parque de atracciones Disney World, ¡disfrazado de Aladin! El último autómata en ingresar fue Brian Littrell -primo de Carter-, que se destacó desde pequeño en el coro de su iglesia. ¡Vaya seleccionado del más puro aguante!
Pocas cosas existen que estén más alejadas del rock y el pop, e incluso del estilo ‘boy band’ (cuyos auténticos iniciadores fueron los New Kids On The Block y no estos patanes), y que ponen tan cachondos a los físico-culturistas, estilistas, diseñadores de interiores y princesitas púberes de hogares de clase media, sin olvidarnos de las damas que compiten en las ligas mayores del juego de canasta. De todas, ésta se lleva todos los lauros.
Veamos ahora el top-10 del perfecto ejemplar a quien puede interesarle este descalabro:
#10: El atrofiado genital que llora de emoción cada vez que se estrena una nueva versión de la saga de “Rápido y furioso”.
#9: La chirusa que elige “Celebra la vida”, de Axel, como ringtone principal de su celular.
#8: El paquidermo que prueba el sistema DVD de su auto con un recital de Los Tres Tenores.
#7: El grasa que baja el tema “Back in black” a su i-phone para utilizarlo como fondo de un streap-tease.
#6: La inefable coleccionista de temporadas completas de “Beverly Hills 90210” o “Friends”.
#5: El pálido oficinista que almacena sólo 5 temas (en 128 kps) de Sonohra en su i-pod de 20 Gb.
#4: La infeliz que tararea temas de Maná mientras huele desodorantes para pisos en un supermercado.
#3: El perversito que envía un SMS al 90100 para aprender poses del Kamasutra y luego se desespera al no saber cómo dar de baja el servicio.
#7: El grasa que baja el tema “Back in black” a su i-phone para utilizarlo como fondo de un streap-tease.
#6: La inefable coleccionista de temporadas completas de “Beverly Hills 90210” o “Friends”.
#5: El pálido oficinista que almacena sólo 5 temas (en 128 kps) de Sonohra en su i-pod de 20 Gb.
#4: La infeliz que tararea temas de Maná mientras huele desodorantes para pisos en un supermercado.
#3: El perversito que envía un SMS al 90100 para aprender poses del Kamasutra y luego se desespera al no saber cómo dar de baja el servicio.
#2: La minusválida que gasta su aguinaldo en una entrada para ver a Arjona desde una ubicación a no menos de 400 metros.
Y el puesto #1: El salame que se mete en un crédito a 10 años sólo para hacerle la Fiesta de Quince a la nena, quien seguro no elegirá ningún tema de estos zánganos, sino "Angels", de Robbie Williams, para su entrada triunfal.
Esta defecación, la más nueva de todas las asquerosidades artificiales que grabó este verdadero “quinteto de la muerte”, constituye el paradigma inapelable de que la música pop está en serio peligro de extinción. Es que esto es música para gente que no puede entender de qué se trata la música.
Ya sin Kevin en sus filas, los “Backshit” ¿Boys? editaron “This is us” (¿Esto son ustedes?), en octubre de 2009, sólo para volver a afianzarse sólidamente en el podio más alto de la cortedad discográfica. El último vómito de la banda vocal más vendedora del planeta fue producido por Max Martin, RedOne y Jim Jonsin, y contiene exactamente lo que buscaría cualquier fan voraz del Disney Channel: histeria en almíbar. Sin embargo, estoy seguro de que, tanto Pluto como la Sirenita, detestarían el álbum, mientras que a los chicos de I-Carly les agarraría un ataque de risa que los llevaría a la taquicardia.
La única canción digna de mención es “Straight through my heart”, nada más que por ser el corte de difusión. En ella, los BSB se asemejan a unos Duran Duran sin huevos, luego de 18 meses en las Termas de Río Hondo.
Todo lo restante que puebla este pernicioso compacto (sobre todo “Bigger”, “Masquerade”, “She’s a dream” y “Undone”) abunda en jadeos y susurros ilusoriamente seductores, lugares comunes reciclados una y otra vez de su odiosa producción anterior, que muy poco agregan a su malhadada carrera.
¡Y conste que no utilicé la palabra “gay” en ningún momento!
Y el puesto #1: El salame que se mete en un crédito a 10 años sólo para hacerle la Fiesta de Quince a la nena, quien seguro no elegirá ningún tema de estos zánganos, sino "Angels", de Robbie Williams, para su entrada triunfal.
Esta defecación, la más nueva de todas las asquerosidades artificiales que grabó este verdadero “quinteto de la muerte”, constituye el paradigma inapelable de que la música pop está en serio peligro de extinción. Es que esto es música para gente que no puede entender de qué se trata la música.
Ya sin Kevin en sus filas, los “Backshit” ¿Boys? editaron “This is us” (¿Esto son ustedes?), en octubre de 2009, sólo para volver a afianzarse sólidamente en el podio más alto de la cortedad discográfica. El último vómito de la banda vocal más vendedora del planeta fue producido por Max Martin, RedOne y Jim Jonsin, y contiene exactamente lo que buscaría cualquier fan voraz del Disney Channel: histeria en almíbar. Sin embargo, estoy seguro de que, tanto Pluto como la Sirenita, detestarían el álbum, mientras que a los chicos de I-Carly les agarraría un ataque de risa que los llevaría a la taquicardia.
La única canción digna de mención es “Straight through my heart”, nada más que por ser el corte de difusión. En ella, los BSB se asemejan a unos Duran Duran sin huevos, luego de 18 meses en las Termas de Río Hondo.
Todo lo restante que puebla este pernicioso compacto (sobre todo “Bigger”, “Masquerade”, “She’s a dream” y “Undone”) abunda en jadeos y susurros ilusoriamente seductores, lugares comunes reciclados una y otra vez de su odiosa producción anterior, que muy poco agregan a su malhadada carrera.
¡Y conste que no utilicé la palabra “gay” en ningún momento!
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Epílogo: La única manera que tengo yo de ver a estos inservibles es a través de la mira de un rifle. Y en vez de haber perdido mi tiempo en elegir para mi última crónica del año entre “Backstreet’s back” (su peor disco de antaño) y este flamante desliz, tendría que haber invertido ese esfuerzo en optar entre la precisión de un Armalite AR-30 y el poder de fuego de un AI Arctic Warfare 50.
Epílogo: La única manera que tengo yo de ver a estos inservibles es a través de la mira de un rifle. Y en vez de haber perdido mi tiempo en elegir para mi última crónica del año entre “Backstreet’s back” (su peor disco de antaño) y este flamante desliz, tendría que haber invertido ese esfuerzo en optar entre la precisión de un Armalite AR-30 y el poder de fuego de un AI Arctic Warfare 50.
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El clip de "Straight through my heart". A juzgar por la torpeza de sus movimientos, tengo la impresión de que, en lugar de hacer una coreografía, estos maduros íconos juveniles están padeciendo una sesión de rehabilitación kinesiológica.
OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: todos sus álbumes.
ANTIDOTO: mate y tortas fritas en una marcha piquetera.