
Mi ex–estimado Ozzy: ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Cómo puedo ser imparcial y bienintencionado luego de oír esta barbaridad que grabaste en 2005? ¿Te parece correcto arruinarme el fin de semana de ese modo tan gratuito e impune? ¿No tenías nada mejor que hacer que recurrir a tan gastado recurso para no caer en el aburrimiento? Bien podrías haber empleado mejor ese tiempo en hacer un largo viaje alrededor del mundo o iniciarte en deportes menos suicidas como el parapente o el salto bungee.
Nunca tan bien citado aquello de “cuando no hay nada que decir, es mejor no decir nada", que nunca me canso de afirmar, pero ahora lo hecho, hecho está, y ahora yo debo lidiar con este “Under cover” tuyo, que todavía sigo eructando como una lasaña en mal estado.
A ver… No es que hayas desfigurado las canciones ni reinventado las mismas. Nada de eso. No hiciste más que interpretarlas robóticamente, sin ningún sentimiento, ni ganas, ni fuerza, ni pasión. Y es que acá, en tu álbum de versiones, no ocurre nada trascendente. Y eso es lo imperdonable. Sigues teniendo esa voz tan chirriante y opiante que funcionó con mágica destreza en Black Sabbath y en tus obras solistas de metal clásico, pero que hace agua en estos temas, mucho más apropiados para otra clase de cantantes, y que contribuyeron sólo a satisfacer las voraces ansias de acumulación de capital de tu mujer, la insaciable Sharon.
No te bastó con hacer el ridículo en tu reality para la maligna MTV, un grotesco que luego perpetuaron tus colegas Gene Simmons, para la cadena A&E, y Brett Michaels, para VH1, y que algún día podría continuar el Pato Fontanet en el penal de Sierra Chica, pero para el Animal Planet.
Tu disco es aún más indecente y artificial que "In a metal mood", de Pat Boone, y no te deja precisamente un mal sabor en el paladar. No, no, no. Te brinda sobrados motivos para iniciar acciones legales al dueño de la disquería por no haberlo prevenido a uno de su perfidia. No quieras saber lo que te depararía a ti si te tuviera a mano. Tu bien ganada fama de “padrino del heavy metal” se ha desgranado sin remedio, haciéndote ver como un tísico “ahijado del bubblegum”, y tu prestigio de “príncipe de las tinieblas” se ha disuelto en gotitas de bilis, transformándote en un “lacayo de mañanas campestres”. Ya lo ves: la cabeza que le arrancaste con los dientes a aquella pobre paloma no sirvió de nada; tampoco aquel joven canadiense de 19 años que se suicidó escuchando un tema tuyo.
No todo lo que tocas se vuelve oro, Ozzy, porque no eres el rey Midas, ni mucho menos; más bien diría que tu disco es pura pirita, el “oro de los tontos”. Una nutrida lista de covers de artistas -que tú dices que te influenciaron en la juventud- pasa arbitrariamente por el reproductor sin que uno salga de su asombro. Decadentes e inútiles versiones de “Rocky mountain way” (Joe Walsh), “In my life” (The Beatles), “Mississippi queen” (Mountain), “Go now” (Moody blues), “Woman” (John Lennon), “21st. century schizoid man” (King Crimson), “All the young dudes” (David Bowie), “For what it's worth” (Buffalo Springfield), “Good times” (Eric Burdon), “Sunshine of your love” (Cream), “Fire” (Arthur Brown), “Working class hero” (¿Más John Lennon?) y “Sympathy for the devil” (Rolling Stones) conforman un paquete más adecuado para ser utilizado por la ETA que para refugio de un nostálgico desesperado. Y como si fuera poco, la versión dual disc incluye “Changes”, original de Sabbath cantado a dúo con la inútil regordeta de tu hija Kelly, de profesión ‘nena de papá’, y “Dinner with Ozzy”, un “mocumental” en el que, a pesar de repetir la palabrita “fuck” todo el tiempo, te ves como una rara mezcla entre el "Drácula" de Gary Oldman y la señora Mirtha Legrand.
Permíteme ahora una justa invocación:
Tu disco es aún más indecente y artificial que "In a metal mood", de Pat Boone, y no te deja precisamente un mal sabor en el paladar. No, no, no. Te brinda sobrados motivos para iniciar acciones legales al dueño de la disquería por no haberlo prevenido a uno de su perfidia. No quieras saber lo que te depararía a ti si te tuviera a mano. Tu bien ganada fama de “padrino del heavy metal” se ha desgranado sin remedio, haciéndote ver como un tísico “ahijado del bubblegum”, y tu prestigio de “príncipe de las tinieblas” se ha disuelto en gotitas de bilis, transformándote en un “lacayo de mañanas campestres”. Ya lo ves: la cabeza que le arrancaste con los dientes a aquella pobre paloma no sirvió de nada; tampoco aquel joven canadiense de 19 años que se suicidó escuchando un tema tuyo.
No todo lo que tocas se vuelve oro, Ozzy, porque no eres el rey Midas, ni mucho menos; más bien diría que tu disco es pura pirita, el “oro de los tontos”. Una nutrida lista de covers de artistas -que tú dices que te influenciaron en la juventud- pasa arbitrariamente por el reproductor sin que uno salga de su asombro. Decadentes e inútiles versiones de “Rocky mountain way” (Joe Walsh), “In my life” (The Beatles), “Mississippi queen” (Mountain), “Go now” (Moody blues), “Woman” (John Lennon), “21st. century schizoid man” (King Crimson), “All the young dudes” (David Bowie), “For what it's worth” (Buffalo Springfield), “Good times” (Eric Burdon), “Sunshine of your love” (Cream), “Fire” (Arthur Brown), “Working class hero” (¿Más John Lennon?) y “Sympathy for the devil” (Rolling Stones) conforman un paquete más adecuado para ser utilizado por la ETA que para refugio de un nostálgico desesperado. Y como si fuera poco, la versión dual disc incluye “Changes”, original de Sabbath cantado a dúo con la inútil regordeta de tu hija Kelly, de profesión ‘nena de papá’, y “Dinner with Ozzy”, un “mocumental” en el que, a pesar de repetir la palabrita “fuck” todo el tiempo, te ves como una rara mezcla entre el "Drácula" de Gary Oldman y la señora Mirtha Legrand.
Permíteme ahora una justa invocación:
Señores directivos del sello Epic,
señora manager Sharon Levy,
señor ingeniero de grabación Bruce Sugar,
señor productor Mark Hudson,
señor guitarrista Jerry Cantrell,
señor baterista Mike Bordin
señor bajista Chris Wyse
y tú mismo, por supuesto:
.
¡VÁYANSE TODOS A LA RAMERÍSIMA MATRONA QUE LOS CREÓ!
.
Las malas acciones se pagan en vida, Ozzy, y desde esta columna te conminamos a que pidas perdón por esta roña musical, teniendo la hombría de subirte por tus propios medios a un cohete que te lleve directo a Neptuno. Quizá te entusiasmes haciendo versiones de himnos de esas latitudes y no vuelvas por un buen tiempo a este planeta, so pena de ser apedreado (¿reality mediante?) en la plaza pública que Sharon (¿quién otra?) indique. ¡Por la dignidad de los autores que aquí deshonraste! Y no me vengas a hablar de “Black rain”, lo que me daría kilómetros de argumentos para seguir flagelándote sin piedad.
n
Síntesis: Si te encanta este álbum, podrías colaborar con Sharon en sus próximos proyectos para Ozzy: un disco de valses peruanos, cien Ozzfests más, o la enésima reunión de Black Sabbath (en formol) para su 50º aniversario. Todo vale con tal de que la caja registradora siga tintineando.
n
Síntesis: Si te encanta este álbum, podrías colaborar con Sharon en sus próximos proyectos para Ozzy: un disco de valses peruanos, cien Ozzfests más, o la enésima reunión de Black Sabbath (en formol) para su 50º aniversario. Todo vale con tal de que la caja registradora siga tintineando.
g
Más lacrimógeno que un telenovelón venezolano, más cursi que un libro de Corín Tellado y más falso que un álbum en vivo de Milli Vanilli, este dueto onda "complejo de Electra" me ha producido una urticaria que no se me quita con nada. Espero que a ustedes no les suceda lo mismo. Por las dudas, no lo vean más de treinta segundos.
OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Down to Earth" (2001), "Black rain" (2007) ó "Scream" (2009).
ANTIDOTO: "Blizzard of Ozz" (1980).