
Carlos Alberto García Moreno ha sabido siempre disolver sus bandas en el pináculo de su fama, sin dejar jamás que ellas pudieran acariciar la más mínima decadencia.
Así lo hizo, en 1975, con Sui Generis, grupo que se había convertido en ícono de cualquier fogón estudiantil, en el que García ya había metido su cuchara de jazz-rock progresivo, lamentándose por la escasa respuesta a esto.
Así lo hizo, en 1975, con Sui Generis, grupo que se había convertido en ícono de cualquier fogón estudiantil, en el que García ya había metido su cuchara de jazz-rock progresivo, lamentándose por la escasa respuesta a esto.
Lo mismo ocurrió en 1977, cuando La Máquina de Hacer Pájaros se deshacía en un mar de egos poco resueltos. García pensó que esta agrupación increíble ya lo había dado todo y la disgregó.
Otro tanto sucedió en 1982, con Serú Girán en lo más alto de los charts. Charly, aprovechando la partida de Pedro Aznar, dio punto final a aquel cuarteto que la obsecuente y poco imaginativa prensa local había bautizado como “los Beatles argentinos”.
Más tarde, García armó y desarmó a sus propios grupos acompañantes, pero lo que nunca pudo hacer es disolverse a sí mismo, y menos en lo más alto de su carrera solista.
Cierto es que se trata de un músico y un compositor muy talentoso, y que no resulta nada fácil haber perdurado en el negocio por tantas generaciones. Su obra con las bandas ya mencionadas roza muchas veces la genialidad y su labor como solista ha tenido grandes aciertos hasta… ¿“La hija de la lágrima”? Bueno, yo la hubiese delimitado a mucho antes, pero tampoco hay que ser tan rudos.
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Más tarde, García armó y desarmó a sus propios grupos acompañantes, pero lo que nunca pudo hacer es disolverse a sí mismo, y menos en lo más alto de su carrera solista.
Cierto es que se trata de un músico y un compositor muy talentoso, y que no resulta nada fácil haber perdurado en el negocio por tantas generaciones. Su obra con las bandas ya mencionadas roza muchas veces la genialidad y su labor como solista ha tenido grandes aciertos hasta… ¿“La hija de la lágrima”? Bueno, yo la hubiese delimitado a mucho antes, pero tampoco hay que ser tan rudos.
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¿En qué se basa entonces la permanencia de Charly García en la atención del público y, sobre todo, en la de los medios? Pregunto esto porque en los viejos buenos tiempos el artista no había tenido la necesidad de ejercer tanto histrionismo, de llamar la atención tan excesivamente, de arrojarse a una piscina desde un noveno piso, de bajarse los lienzos, de destruir escenarios, de maltratar a la prensa, de ser invariablemente impuntual, de abandonar los shows, de arruinar los regresos de Serú Girán y Sui Generis, de competir con su propio hijo, y de hacerse compinche de uno de los presidentes más nocivos de nuestra historia.
La respuesta es más que obvia. Charly García aprendió muy bien el ingrato y difícil oficio de ser estrella de rock en Argentina, ratificando todo esto cuando, cierta vez, hizo pública su brillante estrategia: “Hay que ir más allá. Además, yo no me voy a morir nunca y mi capricho es ley”.
He aquí mi propia traducción de lo que quiso decir Charly en realidad: “Como ya estoy acabado como creador, tengo que sacar ases de la manga para subsistir, y haré lo imposible para que así sea”.
Por todo lo expuesto, García ejerció, de ahí en más, su fórmula imbatible: 25% talento residual, 25% nostalgia y 50% auto-marketing, y así, nuestro mayor “prócer” musical -junto con Pappo, Luca y Spinetta-, se convirtió en los noventas en una burda caricatura de sí mismo. Y lo demostró con creces en esta etapa patética, coronada por su mayor 'chernobyl' hasta la fecha: el fatalmente diarreico “El aguante” (1998), cuya calidad de título ya nos habla de un campeonato interplanetario de desgano universal.
La respuesta es más que obvia. Charly García aprendió muy bien el ingrato y difícil oficio de ser estrella de rock en Argentina, ratificando todo esto cuando, cierta vez, hizo pública su brillante estrategia: “Hay que ir más allá. Además, yo no me voy a morir nunca y mi capricho es ley”.
He aquí mi propia traducción de lo que quiso decir Charly en realidad: “Como ya estoy acabado como creador, tengo que sacar ases de la manga para subsistir, y haré lo imposible para que así sea”.
Por todo lo expuesto, García ejerció, de ahí en más, su fórmula imbatible: 25% talento residual, 25% nostalgia y 50% auto-marketing, y así, nuestro mayor “prócer” musical -junto con Pappo, Luca y Spinetta-, se convirtió en los noventas en una burda caricatura de sí mismo. Y lo demostró con creces en esta etapa patética, coronada por su mayor 'chernobyl' hasta la fecha: el fatalmente diarreico “El aguante” (1998), cuya calidad de título ya nos habla de un campeonato interplanetario de desgano universal.
Sin duda, el Charly García menos inspirado aparece en este disco. Luego de una obra experimental polémica e inquietante llamada "Say no more", grabó un disco paupérrimo. Y digo esto, porque uno sabe bien de cuánto es capaz Charly, y este ejemplo basta para afirmar que aquí está muy por debajo de sus posibilidades. Escribió cinco de las diez canciones que hay en el álbum, de las cuales, dos fueron compuestas varios años antes. "Pedro trabaja en el cine", es de la época del primer Sui Generis y "Lo que ves es lo que hay", de la etapa “Cómo conseguir chicas”.
"El aguante" es una canción que suma al siniestro personaje de Juanse en los coros, tan estúpida y obvia, que podría haber sido escrita por un compositor de la “categoría” de Pity Alvarez.
Hay algunos covers con letra en español, como ser "It won't be wrong" (The Byrds), "Tin soldier", de los Small Faces, "Roll over Beethoven", de Chuck Berry (¡donde se escuchan las voces de Menudo!), y “Uno a uno”, de Jan Hammer. Si hay algo que rescatar de este aspecto de Charly es su capacidad para traducir canciones viejas y apropiárselas, para que parezcan escritas para nuestro idioma.
Es para remarcar el dúo con Joaquín Sabina en "Tu arma en el sur", y la memorable "Kill my mother" (que supera los 8 minutos), canción que está a la par de lo esperable de Charly. No obstante, el resto de esta olvidable obra no sale de la mediocridad aplastante y poca justicia le hace al nombre del artista.
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Conclusión: No toda la culpa es de Charly. Ya lo dice el viejo refrán: “La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”. El público, en la mayoría de los casos, en lugar de rebelarse ante estos atropellos, parece alentarlo a que cometa más irreverencias.
Sí. Son el público y los medios quienes han convertido a García en un 'clown'. Esto no es un aliciente a su decadencia, pero es justo mencionarlo.
En esta tesitura, García tiene para 30 años más. ¡Y créanme que nos va a enterrar a todos! (Migue incluido.)
"El aguante" es una canción que suma al siniestro personaje de Juanse en los coros, tan estúpida y obvia, que podría haber sido escrita por un compositor de la “categoría” de Pity Alvarez.
Hay algunos covers con letra en español, como ser "It won't be wrong" (The Byrds), "Tin soldier", de los Small Faces, "Roll over Beethoven", de Chuck Berry (¡donde se escuchan las voces de Menudo!), y “Uno a uno”, de Jan Hammer. Si hay algo que rescatar de este aspecto de Charly es su capacidad para traducir canciones viejas y apropiárselas, para que parezcan escritas para nuestro idioma.
Es para remarcar el dúo con Joaquín Sabina en "Tu arma en el sur", y la memorable "Kill my mother" (que supera los 8 minutos), canción que está a la par de lo esperable de Charly. No obstante, el resto de esta olvidable obra no sale de la mediocridad aplastante y poca justicia le hace al nombre del artista.
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Conclusión: No toda la culpa es de Charly. Ya lo dice el viejo refrán: “La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”. El público, en la mayoría de los casos, en lugar de rebelarse ante estos atropellos, parece alentarlo a que cometa más irreverencias.
Sí. Son el público y los medios quienes han convertido a García en un 'clown'. Esto no es un aliciente a su decadencia, pero es justo mencionarlo.
En esta tesitura, García tiene para 30 años más. ¡Y créanme que nos va a enterrar a todos! (Migue incluido.)
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El día que se invente el impuesto al boludeo, García se quedará definitivamente en la ruina. Mientras tanto, que siga la fiesta del Rock Irracional.
OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Estaba en llamas cuando me acosté (Casandra Lange)" (1995) ó "Charly & Charly: en vivo en Olivos" (1999).
ANTIDOTO: "Piano bar" (1984).