The Rock and Roll Hall of Shame

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7/2/12

JOHN & YOKO / PLASTIC ONO BAND - Sometime in New York City


¿Quién puede negar la importancia de John Lennon como figura emblemática de la música, de la cultura y de la "PAZ"? ¡Nadie! Pero dejemos esas blablablinas y blablabletas para los sitios que enseñan cómo ayudar a cruzar la calle a viejecitas indefensas, o para algún iluminado que elabora cándidos “pps” predicando sabiduría por boca de ganso y con fondo de “Imagine”. Aquí se cuecen otras habas: las del Lennon confundido, errado, displicente, demagógico y pretencioso.
Cierta vez, en los 60s, John dijo que “avant-garde es mierda en francés”, y a pesar de ello se le atribuye ser el alma vanguardista de los Beatles, injustamente, pues era Paul McCartney quien investigaba los límites de la experimentación, contribuyendo -sin nada de marketing- al progreso de esta faceta del cuarteto. Así las cosas, John, tras acercarse a la galería Indica y conocer a la resentida y fracasada artista conceptual Yoko Ono, comenzaba a darse cuenta de que el pop podía ir más allá de sus efectivas y seguras canciones. Recordemos que en esos momentos Lennon pasaba por un estado de depresión galopante y se hacía arcilla en las manos de cualquier falso gurú y, claro está, de Yoko Ono. Y ésta, ni corta ni perezosa, hizo de él su mejor y más efectiva escultura.
Por ende, John sacó a relucir sus flamantes dotes de vanguardista, abrumando a la opinión pública con rarezas indigestas como “Two virgins”, “Life with the lions” y “The wedding album”, intentos de muy mal gusto y peor resultado, que, de haber sido hechos por alguien con menos estampa, habrían quedado en la peor inadvertencia. Y ni hablar de “Revolution 9”, un capricho que manchó el Álbum Blanco (ojo, no quiero decir con esto que “Ob-la-di, Ob-la-da” lo encumbró) y que trajo consecuencias nefastas en el seno del grupo, sin olvidarnos de su empeño en incluir siempre a Yoko en las sesiones, a pesar del rechazo y la burla del resto. Tal fue su vocación experimental que, pasada esta etapa, no volvió a incursionar en esas extravagancias. 

Por tal motivo, no voy a elegir dichos discos para mi cometido, pues sería menos adecuado que afirmar que Miguel Mateos actuó con el Kronos Quartet.
Los tiempos psicodélicos caducaban y la realidad, de la mano del “mayo francés”, se volvía más belicosa y comprometida. Ya no servía de nada seguir alucinando con las cajas electrónicas del mago Alex, por lo que había que ponerse a tono. Y John dejaba de ser hedonista para acariciar una muy condimentada campaña por la... PAZ, luciendo su inconformismo en ocupaciones de cama, encierros en bolsas, recolección de bellotas y rapado de su cabello. Mientras tanto, Yoko vaciaba las arcas de Apple consumiendo toneladas de genuino caviar ruso.
Luego del fracaso del pacifismo, John y Yoko decidieron radicarse en EE.UU., pero ante la negativa de las autoridades locales de concederles visados, John se volvió un iconoclasta social irritando a las instituciones al apoyar actos políticos contrarios a la administración Nixon. Esto le valió persecuciones de la CIA, hasta que, en 1974, con la caída del citado presidente, llegó la esperada victoria para el matrimonio y el gobierno yanqui dejó al ídolo en "PAZ".
Con el nacimiento de su hijo Sean Ono, Lennon se convirtió en un ama de casa abnegada y, como era de prever, abandonó toda agitación, comenzando a viajar por todo el Mundo bajo estricta supervisación de su esposa, alejándose de las malas vibras e intentando encontrar algo de "PAZ".
Una vez más, el aburrimiento de millonario lo agobió y decidió volver con un álbum destinado a un público menos rockero que el de Bruno Gelber, pero que cosechó sus lauros, más que nada, por la espera de cinco años sin nada nuevo.
Lamentablemente, un Don Nadie mal nacido puso fin a su vida el 8 de diciembre de 1980.
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Luego de grabar dos discos notables, y en plena etapa combativa, John publicó en 1972 su trabajo más execrable, el inaceptable álbum doble “Sometime in New York City”, donde hace gala de su actitud más panfletaria, llenando la obra con torpes letras políticas y pálidas canciones para una ineluctable náusea. La mitad del repertorio, cantada por Yoko, llega al punto culminante con el insufrible griterío de “Don’t worry Kyoko”, una crueldad que dura hasta el Juicio Final, más otras porquerías indescriptibles, como la colaboración con Frank Zappa llamada “Scumbag”, las atroces “We’re all water” y “Jamrag”, y la hipócrita “The luck of the irish”, que dan ganas de ir a dinamitar la torre Dakota.
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En resumen: El disco de estudio tiene sus escasos momentos de lucidez, con Lennon intentando hacer algo de buena música, pero el volumen en vivo, llamado “Live jam”, es un vilipendio merecedor de la orinada más copiosa. (Give PISS a chance!)
Sigan mi consejo: filtren el elogioso himno feminista “Woman is the nigger of the world”, la bella balada country “John Sinclair” y el pegadizo rock “New York City”, y arrojen el resto a las llamas, para su purificación, para el buen nombre de John Lennon -que en "PAZ" descanse-, pues ésta es, sin dudas, la peor manera de acercarse a su obra solista.
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No me malentiendan, pero yo prefiero un solo de triángulo de Linda McCartney antes que este abuso nipón emperifollado con parvas de horror e impunidad llamado "We're all water". ¡Maldita bruja! ¿En qué convertiste a John?


OTROS EJEMPLARES DEL MISMO TENOR: "Unfinished music No. 1: Two virgins" (1968), "Unfinished music No. 2: Life with the lions" (1969), "Wedding album" (1969) ó "Heartplay: Unfinished dialogue" (1983).
ANTIDOTO: "John Lennon / Plastic Ono Band" (1970).